Si trabajas en el mundo empresarial, es probable que durante los últimos meses te hayas visto envuelto en alguna conversación sobre Online Compliance. No se trata de una moda o tendencia, sino de un programa o sistema de prevención y gestión transversal del cumplimiento para las empresas.
Tratándose de un concepto novedoso, lo habitual es que surjan ciertas dudas que esperamos resolver a lo largo de las próximas líneas, quedando siempre a vuestra disposición para ampliar cuanta información preciséis.
¿Qué es Online Compliance?
Compliance es el término en inglés utilizado para referir a cumplimiento, es decir al conjunto de medidas preventivas, ya sean técnicas u organizativas, que permiten a una empresa mantenerse adaptada a la legalidad y actuar en los mercados de forma ética y responsable, evitando así responsabilidades civiles y penales derivadas de incumplimientos.
Este cumplimiento se extiende a una multitud de aspectos, como puede ser la protección de datos de carácter personal, la prevención de blanqueo de capitales, el derecho de la competencia, pero sin duda su variedad más popular y que se encuentra en auge es el Compliance Penal.
Oportunidades para mejorar la función de compliance
Una de los pilares de todo profesional de compliance es la mejora continua. Debemos identificar los desafíos, los riesgos, y transformarlos en oportunidades para nuestro sistema de compliance y para la empresa.
De allí que, con la intención de poner sobre la mesa ideas para el debate, he identificado tres tendencias estratégicas que impactan al corporate compliance en 2018.
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La primera tendencia es la necesidad de innovar la función de compliance. Debido al nivel actual de madurez y desarrollo, la función de compliance corre el riesgo de entrar en fase de estancamiento e irrelevancia. Los debates sobre corporate compliance siempre han sido endógenos, sectoriales, y existe el riesgo de perderle el pulso al entorno de negocios. El compliance ha enviado mensajes de aversión al riesgo, fomentando una imagen poco orientada a negocio y muy dependiente de factores externos, como la publicación de una ley o la imposición de una sanción.
El corporate compliance tiene por fin, una vez alcanzado el nivel de madurez suficiente, la oportunidad de trascender. El compliance officer debe dejar de ser un simple gestor de sistemas de control para auto-transformarse en un gestor de riesgos estratégicos. No se trata de evitar los riesgos y aniquilar la iniciativa empresarial, todo lo contrario, se trata de asumir los riesgos correctos.
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La segunda tendencia es el impacto de la revolución digital en la cultura corporativa. El concepto de cultura corporativa, fundamental en compliance, se ha venido estudiando durante muchos años en las escuelas de negocios y, básicamente, se define como el conjunto de hábitos instintivos que determinan cómo se hacen las cosas en la empresa.
Tradicionalmente, la cultura corporativa busca alinear a las personas. Pretende que las decisiones y los procesos se ejecuten de una forma específica, determinada y constante en el tiempo. En ese sentido, la cultura corporativa parece un factor uniformador que diferencia a una empresa de otra.
Por su parte, la revolución digital está imponiendo nuevas formas de relacionarse dentro y fuera de la empresa. Cada vez más personas trabajan en la nube, en plataformas digitales que eliminan capas de burocracia y de management. Cada vez más empresas deslocalizan equipos o unidades de negocio para hacerlas más ágiles y liberarlos de la rigidez de las grandes corporaciones.
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