El mindfulness se considera una práctica de meditación, una técnica de relajación y una actitud más distendida ante la vida. Es una herramienta que puedes usar en cualquier situación y en cualquier momento del día.
El objetivo final es conseguir que las situaciones cotidianas no te afecten, que tus emociones no te jueguen una mala pasada, que puedas tomar las mejores decisiones en cada momento y que tu mente deje de fabricar pensamientos que no te llevan a nada bueno.
Suele haber una gran confusión con los conceptos que se utilizan para denominar a esta técnica. Lo cierto es que el mindfulness procede la meditación y toma este nombre al ser una técnica específica que se centra sobre todo en la atención plena. La ciencia prefiere hablar de mindfulness que de meditación, y ha centrado todos sus esfuerzos en comprobar lo que puede aportar a nuestras vidas la atención plena. Actualmente se han obtenido esperanzadores resultados al respecto.
Los beneficios del Mindfulness:
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Aumento de la concentración.
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Disminución de los automatismos. Te ayuda a ver lo que haces de forma automática.
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Disminución de la ansiedad.
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Aceptación de la realidad.
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Ayuda a disfrutar del momento presente.
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Potencia la auto-conciencia.
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Disminuye el sufrimiento
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Evita y/o disminuye la impulsividad. Actuamos de forma reactiva. Si nos dan una noticia negativa, no procesamos la situación sino que actuamos directamente ante esta negatividad.
Las técnicas básicas del Mindfulness
Poner las manos en agua tibia
De acuerdo con Charlie Knoles, especialista en meditación y mindfulness, frotar las manos fuertemente en agua tibia es una práctica que genera calma en la persona. Esto ayudará a abrir los vasos sanguíneos y con ello eliminar el estado estresante del cerebro.
Respiración calmada
Aunque suena muy obvio, es una práctica importante. Cuando las personas están estresadas, tienden a llevar a cabo respiraciones cortas y agudas. Nuestros sistemas nerviosos están conectados para que la inhalación esté vinculada a la respuesta al estrés y la exhalación a la respuesta de relajación, explica Knoles. Tomar una inhalación corta y enfatizar una exhalación larga ayuda a evitar que las respuestas clásicas al estrés (como la adrenalina o el insomnio) se pongan en marcha.
Mirar un objeto fijamente
Elige un objeto (si es natural, mejor) de tu entorno inmediato y concéntrate en mirarlo durante un minuto o dos. Esto podría ser una flor o un insecto, o incluso las nubes o la luna. No hagas nada más que observar para relajarte y concentrarte en esta actividad. Puedes analizar cada característica de ese objeto, esto ayudará a ejercitar tu mente para que aprenda a concentrarse en una cosa a la vez.
Escuchar música
Escuchar música puede modificar patrones de pensamiento repetitivos. “No tiene que ser clásica, solo algo que te guste”, dice Knoles. También evita los sonidos fuertes, que para algunas personas pueden desencadenar respuestas de estrés. Esto te puede servir en tu casa o trabajo, siempre y cuando en tu oficina esté permitido escuchar música durante algún periodo de tiempo.
Comer algo lentamente
Otro ejercicio sencillo que puedes realizar en lugares cotidianos es este. Ingiere un pequeño bocadillo a velocidad lenta, percibe y disfruta ese chocolate o fruta. Usa todos tus sentidos para verlo, tocarlo, olerlo y sentirlo. Saborea su textura, su sabor, cómo se siente en tu boca. Después de ingerirlo, deja que tus labios se levanten ligeramente y sonría.
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