El mutismo selectivo es un desorden psicológico inusual que suele afectar a niños entre los 2 y 5 años de edad, siendo más común en niñas.
Podríamos definir el mutismo selectivo como la expresión de una ansiedad social, a edad muy temprana, antes de los cinco años, por la que el niño deja de hablar y de comunicarse en contextos sociales que no considera seguros, aún cuando su adquisición del lenguaje es normal, entiende y habla perfectamente pero sólo en contextos en los que no siente ansiedad, como puede ser en casa y con familiares. Se diferencia del mutismo en que éste se generaliza a cualquier contexto social, incluida la familia.
El niño que muestra mutismo selectivo suele ser tímido y evitativo, aunque se han observado grados en la intensidad de los síntomas. Así, hay niños que aunque inhiben el habla en clase, juegan y se relacionan con sus compañeros y niños que además de no hablar, huyen del contacto social.
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Características del mutismo selectivo
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Mostrar una timidez excesiva. No inician el diálogo o no responden cuándo les hablan personas ajenas a su círculo y si están en una conversación conjunta no intervienen con su discurso.
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Miedo a la humillación. Tienen una elevada ansiedad social, es decir, les dan miedo las situaciones en las que puedan ser evaluados. Lo que puede llevar a mostrar conductas agresivas, como pataletas o comportamientos controladores con sus padres, para así constatar su negativa a enfrentarse a ellas.
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Utilizar modos de comunicación alternativos. Muchas veces el niño quiere realmente expresarse, pero al ser incapaz de ello acaba recurriendo a estrategias no verbales para poder hacerlo, como gestos, muecas, movimientos de cabeza o expresiones de desagrado.
Causas del mutismo selectivo
Como ya se ha indicado, la principal causa es el estrés que la situación social provoca en el niño. De acuerdo con los estudios psicológicos sobre el mutismo selectivo, se observan algunas variables comunes en los niños que lo padecen. La más frecuente es haber recibido una educación sobreprotectora o autoritaria de los padres. Por ejemplo, de padres muy estrictos, exigentes y que no promueven el diálogo positivo.
También se ha observado que crecer en un entorno familiar muy cerrado, con padres que evitan las relaciones sociales, puede predisponer al niño a que se retraiga y evite hablar con desconocidos. O que acontecimientos traumáticos como la hospitalización del pequeño, la pérdida de un ser querido o cambios frecuentes de domicilio puedan precipitar la presencia de este trastorno.
¿Cómo se detecta el mutismo selectivo?
Esta afección se puede diagnosticar a partir de señales como la mantención del mutismo más allá de uno a dos meses, haciendo la salvedad de que puede aparecer transitoriamente al ingreso al colegio. Los niños no establecen ningún contacto ocular, ni gestos, y no es porque no quieran hacerlo sino porque no pueden.
Los padres también pueden aportar tratando de interpretar las conductas de sus hijos a través de la observación, y para eso hay que ponerles atención. De esta forma se evita un poco el sufrimiento que tienen estos menores al verse imposibilitados de poder expresar de manera adecuada sus emociones, ya que no tienen el desarrollo del lenguaje y lo hacen a través del cuerpo o de conductas.
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