Se cree que los primeros en advertir la existencia de trastornos en la coagulación fueron rabinos judíos en el siglo II, al descubrir que, tras practicar la circuncisión, en algunos niños era casi imposible detener el sangrado. Los rabinos advirtieron que se trataba de una deficiencia hereditaria y sentaron las bases para los posteriores estudios sobre la hemofilia, un término que comenzó a popularizarse a fines de la década de 1920.
Se denomina hemofilia a una enfermedad de carácter hereditario que surge por un fallo en los mecanismos que se encargan de coagular la sangre. Esta deficiencia provoca que las hemorragias sean abundantes y difíciles de frenar.